El interés por la informática está echando raíces entre las diversas áreas del conocimiento desde la mitad del siglo XX (Murray, 1998:11). El número de usuarios de productos informáticos y de Internet aumenta cada día y la razón para que eso ocurra es la combinación de la reducción de los precios de los materiales informáticos y de los kits de acceso a Internet, del precio de la línea telefónica y de las llamas locales, bien como una atracción que cualquier nueva tecnología posee.
Ese crecimiento al acceso a las tecnologías advenidas del ordenador, acabó generando una revolución de la información (Willis, 1995), una revolución en la comunicación. Todo acontece más rápido, los envíos de correos electrónicos substituyendo a las cartas enviadas por correo, las noticias actualizables a cada segundo.
Así siendo, el paso de una comunicación impresa para una comunicación basada en canales electrónicos, acarreta nuevos géneros de comunicación que todavía no habían sido explorados (Lévy, 1998).
Una revista académica impresa que es difundida en Internet publicando sus páginas como si hubieran pasado por un escáner y dispuestas en línea, no está presentado características de un género electrónico. Dadas las potencialidades del medio electrónico, ese tipo de publicaciones y muchas otras acaban sufriendo cambios en sus configuraciones originales del medio impreso. En los artículos científicos, por ejemplo, se hace uso de tablas, figuras, vídeos, audio a través de hiperlinks.
La lectura en medio electrónico es, por ejemplo, un proceso de construcción de conocimiento a partir de varias fuentes interconectadas por medio de los hiperlinks (Warschauer, 2000:521). Según el autor, al pasar de la página impresa para la pantalla del ordenador, la lectura exige nuevas habilidades, como identificar las informaciones que deben ser leídas primero, entre ellas, se puede citar: evaluar rápidamente la fuente y su credibilidad, además de la relevancia de sus informaciones. Así, el lector tiene que saber tomar decisiones rápidas sobre la decisión de navegar y leer o no una página abierta, seguir sus hiperlinks o partir para una nueva búsqueda.
Para tanto, las habilidades de lectura conocidas como scaning y skiming, se hacen necesarias para la formación de buenos y competentes lectores en lengua materna y/o lengua extranjera (Paiva, 2005).
Así, la habilidad conocida como scanning, capacita el lector a hacer una lectura del texto de forma rápida, ayudándolo a obtener informaciones de un texto sin leer cada palabra. Ese proceso se asemeja a la lectura que un escáner hace cuando, rápidamente, lee la información contenida en el espacio físico del texto. El proceso de scanning es válido para encontrar informaciones específicas. Un ejemplo bastante ilustrativo para ese tipo de lectura es el de buscar un número de teléfono en una lista, una palabra en un diccionario, una fecha de nacimiento.
En cambio, el proceso de skimming es más amplio y exige el conocimiento de organización de los textos, la percepción de indicaciones de vocabulario, la habilidad para inferir ideas y lecturas más avanzadas. En ese sentido, conocer la organización textual, el tipo de género textual con el cual se está trabajando es muy importante para que el proceso de lectura sea hecho con eficacia. Se entiende que géneros textuales son sistemas discursivos complejos, construidos socialmente por el lenguaje, con patrones de organización identificables fácilmente y configurados por el contexto socio-histórico que causa las actividades comunicativas (Marcuschi, 2002).
Usamos la expresión género textual como una noción propositalmente vaga para referir a los textos materializados que encontramos en nuestra vida diaria y que presentan características socio-comunicativas definidas por contenidos, propiedades funcionales, estilo y composición característica (Marcuschi, 2002:22-23)
Bakhtin (1992) todavía afirma que géneros textuales son tipos de enunciados o textos estables que caracterizan una situación (Bakhtin, 1992: 279).
(...) La noción de género permite incorporar elementos de orden social e histórico (que aparecen en la propia definición de la noción); permite considerar la situación de producción de un dado discurso (quién habla, para quién, lugares sociales de los interlocutores, posicionamientos ideológicos, en qué situación, en qué momentos históricos, en qué vehículo, con cuál objetivo, finalidad o intención, en quién registra, etc.); abarca el contenido temático - lo que se puede ser dicho en un dado género, la construcción composicional - su forma de decir, su organización general que no es inventada a cada vez que nos comunicamos, pero que está disponible en circulación social - y su estilo verbal - selección de recursos dispuestos por la lengua, orientada por la posición enunciativa del productor del texto. En este sentido, la apropiación de un determinado género pasa, necesariamente, por la vinculación de este con su contexto socio-histórico-cultural de circulación (Barbosa, 2000).
Según Warschauer (2000:522), la aparición de Internet incrementa también el papel de la escrita para la comunicación mundial y muda su aspecto. Para escribir en Internet, son necesarias nuevas habilidades de escrita, que incluyen:
• integrar textos, gráficos y material audiovisual en una presentación multimedia
• escribir de hecho en géneros hipertextuales;
• usar hiperlinks externos e internos para comunicar bien un mensaje;
• escribir para un público incógnito de la World Wide Web;
• usar estrategias pragmáticas efectivas en varias circunstancias de comunicación mediada por ordenador (incluyendo el correo electrónico, las listas de discusión, y varias otras formas de comunicación síncrona) (Warschauer, 2000:523).
Cuanto mayor es el acceso a las tecnologías advenidas del ordenador, más clara se vuelve la idea de que es necesario pasar de una comunicación basada en medios impresos para una comunicación basada en canales electrónicos (Willis, 1995). Eso origina nuevos géneros no explorados totalmente (Lévy, 1998:16). Géneros como el chat (programas electrónicos de charla) y el e-journal (revista académica electrónica), van suplantando, poco a poco, sus versiones anteriores, respectivamente, charla con presencia física de ambos los sujetos participantes y la tradicional revista académica impresa.
De esa forma, para poder ayudar a los usuarios del medio electrónico a manejar ese nuevo tipo de configuración, los profesionales de enseñanza de lenguas, extranjeras y materna, tendrán que estudiar sus características, como el uso de los gráficos e imágenes, el contenido audiovisual y, con mayor énfasis, la hipertextualidad. Ramal (s/f) argumenta que la escuela deberá rever su papel monológico y proponer que una enseñanza basado en las teorías polifónicas de Bahktin. Ese carácter monológico deriva de la idea que tenemos que la escuela forma un alumno lector de textos no apto para la diversidad de significación de la lectura, pero sí apto a descodificar las ideas del autor expresas en sus palabras. Es posible, entonces, prever que el texto, antes tenido como objeto de alienación escolar, podrá pasar a ser integrante de la formación de sujetos lectores interactivos, activos y críticos.
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